"Las balas perdidas también causan heridas."


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libertad
miércoles, 17 de septiembre de 2014
IV

Esta
es mi forma 
de pedir perdón.

Hay un aviario.
Perdido en algún rincón, en algún confín, entre dos montañas.
Hay cientos de pájaros, con plumas de tantos colores como puedas imaginar.
Ese aviario no tiene ventanas. No tiene paredes. No tiene puertas. Es un hueco en el mundo, entre dos montañas.
Los pájaros pueden huir, siempre,
cuando quieran,
pueden abrir las alas,
sentir el aire en las plumas,
y huir.
Pero no se van.
Todos los pájaros permanecen allí,
                   el aviario perdura,
existe en el tiempo y en el espacio y si algún pájaro se va, siempre vuelve.
Nadie sabe por qué.
No hay nada allí que los retenga.
Nada allí que los haga permanecer horas y días y años y les haga volver aun teniendo todo el cielo para ellos.
No hay nada, ni paredes, ni puertas, ni ventanas, que puedan convertir aquello en una jaula,
ellos tienen todo el cielo, pero se quedan en el aviario.
                    Los pájaros,
con alas,
no quieren volar,
porque saben que nada allí los obliga,
que nada los retiene,
y siempre que quieran, podrán irse,
y podrán volver,
porque tampoco hay puertas, ni ventanas, ni paredes, que se lo impidan.

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