Ícaro (I)
miércoles, 2 de octubre de 2013
Ícaro
I
De tus soles frío brota luz que no
quema,
días que solo se calientan con tus
manos,
distancia que no mata al ser
acortada.
Los amaneceres se deslizan por los
precipicios de mis caderas
y atardece poco a poco tiñendo de
color las paredes de mi cuarto.
Que soy Ícaro enamorado de tu luz,
dispuesto a abrazarse a tu maldita
estrella.
esa que no quema mis alas porque el
fuego de
tu sol se quedó entre mis sábanas
así que nada me impide acercarme a
toda esa luz
que no me ciega porque estoy
acostumbrada a tu presencia.
Y tu sol helado sigue alumbrado el
mundo
que no cesa, que sigue girando. Que no acaba.
Ni aunque seas tú quien intente
llevarle al orgasmo.
Pero ahora entiendo por qué te echo
de menos de noche:
porque no hay luz de luna
equiparable a tus soles.
Porque soy hombre lobo aullando a tu
estrella,
pidiendo a tus manos caricias que
apacigüen a esta bestia.
pero no hay manos en mi pelaje
y sigo rugiendo cual bestia
y tal vez es por eso, cariño, que muerdo cada piel que no es
tuya.
Etiquetas: Cielo abierto
0 comentarios