he venido para quedarme
jueves, 2 de enero de 2014
─
No me voy a ir, Bast ─susurró, de nuevo, sin dejar de sonreír─. Esta vez, no.
Ella
negó un poco con la cabeza y movió la mano contra su garganta.
Sus
ojos decían: no te vayas.
Los
signos que dibujaba su mano contra su garganta: tienes que irte.
Sabes, Bast,
siempre supe que tus manos mentían.
Etiquetas: De tu oscuridad
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