"Las balas perdidas también causan heridas."


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refugio
domingo, 8 de septiembre de 2013

Tardó varios minutos de fallidos intentos de sujetar una pared que parecía venírsele abajo pero que seguía claramente en pie, en darse cuenta de que había alguien mirándola. Y que ese alguien tenía a veces tenía un nombre de infierno y una sonrisa infernal, aunque otras veces te miraba como si pudiera sostenerte en pie y te preguntaba qué hacías allí.
Se le quedó mirando en la distancia y, cuando Klaus empezó a acercarse a ella, Albine estuvo segura de que se caería y la pared con ella, tras ella, hasta sepultarla bajo el peso de los ladrillos. Pero seguía en pie, incluso cuando el chico se quedó tan cerca que cubría todo su campo de visión, opacando al resto de personas a las que Albine estaba salvando de ser sepultadas. No levantó la vista, así que se quedó mirando sus clavículas.
El hecho de que el hueco de las clavículas fuese casi el lugar natural al que llegaban sus ojos si miraba al frente, resultaba reconfortante. Era casi como si pudiera llegar a ser su refugio. Sólo tenía que levantar la mirada un poco, solo un poco, y ahí estaban, sus clavículas, unidas como formando un nudo. Solo tenía que levantar la mirada un poco, solo un poco y ahí estaba, su refugio.

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