sigo siendo yo.
Si las paredes se nos caen encima, ¿cómo abriremos las
puertas?
lunes, 21 de enero de 2013
Y si las puertas ya están abiertas, ¿para qué queremos
ventanas?
Si tenemos a todos dentro, no necesitamos mirar fuera.
Pero si las ventanas se tapian, ¿cómo sabremos que nada
queda fuera?
Si las escaleras suben pero no bajan, no podremos
arrepentirnos.
Si caemos y nos levantamos, ¿por qué volvemos a caer?
Pero si los ojos no se cierran, ¿para qué las manos?
Si las caricias nos ciegan, ¿para qué los ojos?
Y sin ojos y sin manos, solo tenemos oídos
pero sin música y sin gritos de auxilio, ¿para qué los
queremos?
Y sin ojos, sin manos, sin música y sin gritos, solo nos
queda lengua
pero si no puedo enredarla con la tuya, que se la coman mis
monstruos.
Y así sin ojos, sin manos, sin música, sin gritos y sin
lengua pero con monstruos…
así nos queda corazón que late, porque nos parte el pecho.
Y con el pecho partido, ¿dónde guardamos el alma?
Con las paredes derrumbadas, las puertas abiertas, las
ventanas tapiadas.
¿Dónde guardamos el alma?
Tal vez en los pulmones, que aun respiran aunque sea ceniza.
Tal vez en los pies, que aun andan aunque estén sangrando.
Tal vez en las rodillas, que tiemblan pero resisten como
imperios.
Pero sin pulmones, pies y rodillas, el infinito sigue sin
tener fin
y mi alma sigue guardándose y todo está dentro y nada está
fuera,
Y mis monstruos pesan y el mundo gira
y sin ojos, sin manos, sin música, sin gritos y sin lengua
parezco menos yo y más nada.
Pero soy yo aunque vaya hacia ti, soy yo aunque no tienda
infinito y me desintegre.
Soy yo sin nada pero soy yo con todo.
¿Tiene sentido?
Sin tener nada de mí sigo siendo yo
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