"Las balas perdidas también causan heridas."


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iglesia vacía
miércoles, 26 de diciembre de 2012

No sentía su tristeza en ella, solo sentía la suya propia. No había nada interfiriendo entre sus sentimientos, solo estaba ella. Era como si, tras mucho tiempo perdida entre multitudes abarrotadas, por fin estuviera sola en una habitación. Era como entrar en una iglesia vacía, con la luz entrando por las vidrieras, con su voz alzándose y formando ecos.

Al lado de Klaus, Albine se sentía como si estuviera en un santuario vacío. Desierto. En el que nada interfería, en el que no había nadie más que ella entre hileras de bancos vacíos, de altares polvorientos, de púlpitos desiertos. Era la iglesia vacía en la que podía rezar a todos los dioses en los que no creía.

Era la iglesia que había en el hueco de sus costillas. Con las imágenes de su vida sustituyendo a los santos, con ella misma crucificada en lo alto. Y su corazón en el altar.
Era la iglesia vacía en la que los latidos de su corazón, los gritos de su alma, creaban ecos entre las paredes.

Era un santuario dónde solo estaba ella y no podía ver a nadie. Donde había tanto espacio que se sentía pequeña, que su dolor  y su tristeza entraban a raudales por las vidrieras, bañándola por completo. No había pinchazos, no había tristeza ajena. Solo estaba ella, en mitad de una fila de bancos vacíos sobre los que se sentaban a rezar todos los minutos de soledad de su vida, con los latidos de su corazón creando ecos y sus sentimientos bañándola como la luz del amanecer.

En la iglesia vacía del hueco entre sus costillas, Albine dejó de sentirse sola por primera vez desde que podía recordar.

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